martes, 6 de mayo de 2025

Ganadería "Manuela Patón Selas" Villamanrique (Ciudad Real)


Ganadería "Manuela Patón Selas" Villamanrique (Ciudad Real)

La ganadería de Manuela Patón: El legado bravo que florece en Villamanrique


En las tierras austeras y sinceras de Villamanrique, en la provincia de Ciudad Real, resiste y crece con solidez una ganadería que combina tradición, bravura y pasión: la de Manuela Patón. Un hierro poco conocido para el gran público, pero con un tesoro genético que hunde sus raíces en lo más selecto del encaste Domecq y cuya historia está marcada por el esfuerzo silencioso de una familia y una amistad torera que fue decisiva en sus momentos más críticos.


Un hierro con historia y herencia

La historia de esta vacada se remonta al año 2014, cuando el matador Morante de la Puebla, gran aficionado y criador de bravo, vendió un lote de reses procedentes de la ganadería salmantina de La Campana a la familia Patón. Aquel lote incluía vacas y sementales que Morante había adquirido unos años antes de manos de José Sánchez Benito, ganadero salmantino, suegro de Antonio Barrera y apoderado durante dos temporadas del propio diestro de La Puebla del Río.


Sánchez Benito había formado La Campana en 1999, tras eliminar el ganado anterior y componerla con reses de El Ventorrillo, más tarde enriquecidas con vacas y machos de Santiago DomecqNúñez del Cuvillo y tres sementales de Luis Algarra. Una mezcla genética de primer orden que acabaría recalando, años después, en Ciudad Real.


Antiguo hierro de la ganadería "José Patón".

A esa base fundamental, Manuela y José Manuel Patón, al frente del proyecto familiar, sumaron su experiencia previa: en 1994 ya contaban con una punta de vacas de Santiago Domecq. Más tarde, Morante les proporcionó también un semental ensabanado de Núñez del Cuvillo. Así se consolidó la simiente inicial de esta vacada, que pastorea hoy en la finca ‘Sierra San Cristóbal’(Ciudad Real) con el apoyo de otras explotaciones como “El Campillo” (Jaén).


Plaza de tientas. Villamanrique (Ciudad Real).


Cría selectiva y nuevas aportaciones

En los últimos años, los Patón han continuado perfeccionando su ganadería con una selección rigurosa y la introducción de nuevas líneas. Entre las incorporaciones más recientes destaca la de varios sementales de El Parralejo, ganadería que ha ganado prestigio por la chispa, casta y empuje de sus animales. “Les hacía falta algo de motor”, explica José Manuel Patón, que reconoce en este cruce una apuesta por equilibrar nobleza y transmisión.


Actualmente, la ganadería cuenta con unas 140 vacas de vientre y varios sementales, bajo una filosofía clara: crecer en calidad, no en cantidad. “El mercado está complicado y si tienes más oferta que demanda, te acabas comiendo los animales”, reconoce Patón. Por eso, el objetivo es mantener una producción comedida: dos corridas de toros, dos novilladas picadas y una sin caballos al año.



Miguel Ángel Pastelito y José Manuel Patón.

El papel decisivo de Román

La historia de esta ganadería no puede contarse sin mencionar a un torero que ha sido más que eso para la casa: Román. El espada valenciano fue un auténtico salvavidas durante los años más duros, especialmente durante la pandemia. “Si no fuera por él, no sé si estaríamos vivos”, confiesa el ganadero. En 2021 y 2022, Román lidió dos corridas de la casa, cuando nadie más apostaba por ellos. Su entrega y amistad supusieron un punto de inflexión para esta vacada que hoy le guarda un profundo agradecimiento.



Antiguo hierro de la ganadería "Patón".

Un hierro que se hace hueco

Hoy, el hierro de Manuela Patón, con su característica divisa blanca y roja y la señal de zarcillo en la oreja derecha y horquilla en la izquierda, vive su mejor momento. Todo el ganado previsto para la temporada fue vendido en el mes de noviembre, un indicador claro del interés creciente por los productos de esta casa. En palabras de su ganadero, “nos estamos curtiendo en las novilladas, porque sabemos que el crecimiento pasa por abrir líneas y seleccionar desde abajo”.


Antiguo hierro de la ganadería "Patón Selas"

Lejos de los grandes focos, en un rincón de la provincia de Ciudad Real, esta familia sigue luchando por hacer del toro bravo su forma de vida. Una historia de pasión heredada, constancia y fe en el campo, que encuentra en cada embestida de sus animales la recompensa de tantos años de trabajo silencioso.


Rincon del salón de la ganadería Manuela Patón Selas.






D. José Manuel Patón.

"Gracias por abrirme las puertas de vuestra casa y compartir con generosidad el alma de vuestra ganadería."


La ganadería de Manuela Patón: El legado bravo que florece en Villamanrique

En las tierras austeras y sinceras de Villamanrique, en la provincia de Ciudad Real, resiste y crece con solidez una ganadería que combina tradición, bravura y pasión: la de Manuela Patón. Un hierro poco conocido para el gran público, pero con un tesoro genético que hunde sus raíces en lo más selecto del encaste Domecq y cuya historia está marcada por el esfuerzo silencioso de una familia y una amistad torera que fue decisiva en sus momentos más críticos.

Un hierro con historia y herencia

La historia de esta vacada se remonta al año 2014, cuando el matador Morante de la Puebla, gran aficionado y criador de bravo, vendió un lote de reses procedentes de la ganadería salmantina de La Campana a la familia Patón. Aquel lote incluía vacas y sementales que Morante había adquirido unos años antes de manos de José Sánchez Benito, ganadero salmantino, suegro de Antonio Barrera y apoderado durante dos temporadas del propio diestro de La Puebla del Río.

Sánchez Benito había formado La Campana en 1999, tras eliminar el ganado anterior y componerla con reses de El Ventorrillo, más tarde enriquecidas con vacas y machos de Santiago DomecqNúñez del Cuvillo y tres sementales de Luis Algarra. Una mezcla genética de primer orden que acabaría recalando, años después, en Ciudad Real.

A esa base fundamental, Manuela y José Manuel Patón, al frente del proyecto familiar, sumaron su experiencia previa: en 1994 ya contaban con una punta de vacas de Santiago Domecq. Más tarde, Morante les proporcionó también un semental ensabanado de Núñez del Cuvillo. Así se consolidó la simiente inicial de esta vacada, que pastorea hoy en la finca ‘Sierra San Cristóbal’ (Ciudad Real) con el apoyo de otras explotaciones como  “El Campillo” (Jaén).

Cría selectiva y nuevas aportaciones

En los últimos años, los Patón han continuado perfeccionando su ganadería con una selección rigurosa y la introducción de nuevas líneas. Entre las incorporaciones más recientes destaca la de varios sementales de El Parralejo, ganadería que ha ganado prestigio por la chispa, casta y empuje de sus animales. “Les hacía falta algo de motor”, explica José Manuel Patón, que reconoce en este cruce una apuesta por equilibrar nobleza y transmisión.

Actualmente, la ganadería cuenta con unas 140 vacas de vientre y varios sementales, bajo una filosofía clara: crecer en calidad, no en cantidad. “El mercado está complicado y si tienes más oferta que demanda, te acabas comiendo los animales”, reconoce Patón. Por eso, el objetivo es mantener una producción comedida: dos corridas de toros, dos novilladas picadas y una sin caballos al año.

El papel decisivo de Román

La historia de esta ganadería no puede contarse sin mencionar a un torero que ha sido más que eso para la casa: Román. El espada valenciano fue un auténtico salvavidas durante los años más duros, especialmente durante la pandemia. “Si no fuera por él, no sé si estaríamos vivos”, confiesa el ganadero. En 2021 y 2022, Román lidió dos corridas de la casa, cuando nadie más apostaba por ellos. Su entrega y amistad supusieron un punto de inflexión para esta vacada que hoy le guarda un profundo agradecimiento.

Un hierro que se hace hueco

Hoy, el hierro de Manuela Patón, con su característica divisa blanca y roja y la señal de zarcillo en la oreja derecha y horquilla en la izquierda, vive su mejor momento. Todo el ganado previsto para la temporada fue vendido en el mes de noviembre, un indicador claro del interés creciente por los productos de esta casa. En palabras de su ganadero, “nos estamos curtiendo en las novilladas, porque sabemos que el crecimiento pasa por abrir líneas y seleccionar desde abajo”.

Lejos de los grandes focos, en un rincón de la provincia de Ciudad Real, esta familia sigue luchando por hacer del toro bravo su forma de vida. Una historia de pasión heredada, constancia y fe en el campo, que encuentra en cada embestida de sus animales la recompensa de tantos años de trabajo silencioso.